viernes, 17 de octubre de 2008

No entiendo al señor Garzón.


A mí esto de pedir cuentas a los cadáveres de un régimen afortunadamente liquidado me suena a problema emocional.

Mis dos abuelos se ejercitaron política y militarmente en el bando perdedor. Ninguno de los dos cometió tropelías, ni persiguió ni se cebó con nadie, eso me enorgullece, no todos los herederos de “rojos” pueden decir lo mismo.

Uno fue alcalde del pueblo, una aciaga noche le fueron a pedir ayuda esposas y madres de los hombres de derecha prominentes de la villa, habían sido encarcelados por eso, por ser los prominentes de derechas, unos más cafres que otros, es lo que había en el 36. En menos de 24 horas los trasladarían de cárcel y, con seguridad, les darían el paseillo, en aquel momento el poder lo tenían los que tenían los fusiles. Así que el abuelo consoló a esposas y madres, “No os preocupéis, me voy a Murcia y pido ayuda para que no les pase nada”. Y así hizo el abuelo, no sin cierto temor, que aunque él era de Izquierda Republicana sabía con quien se las podía gastar. Pudo hablar con el gobernador de Murcia, que debía ser un hombre con alma, y este le prometió que enviaría a los que pudiera para que los trasladaran de sitio con la mayor de las garantías.

Así se hizo, y los prominentes hombres salvaron el pellejo, unos se mostraron siempre agradecidos al abuelo, otros no, quizá por eso, pocos años después de acabar la guerra, un día que él volvía de sus cosas le avisaron: “El alcalde quiere verte”. El alcalde era otro prominente hombre con muy malas pulgas que le espetó: “Nos han dicho que fuiste tú V el que mando matar a X en el 34”. X era un pobre carnicero que prestó unas cuerdas a la guardia civil que detuvo a unos revolucionarios de pacotilla que armaron un gran jaleo en la pequeña villa cuando las revueltas del 34, el prestar las cuerdas le costó la vida dos años después, lo asesinaron atado a un árbol.

Mi abuelo no perdió la compostura: “¿Quién ha dicho eso?”, “Nos lo ha dicho Z”, “Pues que venga Z aquí y lo repita delante de mí”, afortunadamente llamaron a Z, y Z al presentarse y ser otra vez preguntado al respecto exclamó “Pero este V no!, el otro, fue el otro”. Es lo que tienen los pueblos, que los parientes a veces llevan el mismo nombre y apellido, el V bis era primo de mi abuelo, jefe de aquella revuelta de ladronzuelos y salvapatrias y seguramente instigador del asesinato del carnicero, hombre ladino que después del crimen pasó la frontera y se quedó a vivir en Francia.

El alcalde, al darse cuenta de la equivocación masculló un palabro y añadió “Qué suerte tienes V, que de todas te escapas”. Qué ganas le tenían a mi abuelo, que odio tan inexplicable.

Mi otro abuelo, más bohemio, simplemente fue piloto de aviación con el ejército republicano. Al terminar la guerra alguien lo denunció, y tuvo que aguantar un año de cárcel en la Prisión Provincial.

Y como esta historia debe de haber cientos en toda la Península.

No entiendo a los nietos de la Guerra Civil que quieren ajustar cuentas todavía, pero tengo mi propia teoría. No soportan no haber participado en una derrota oficial del franquismo, no soportan la idea, dados a sus principios políticos de izquierda, no haber formado parte de un golpe maestro que hubiera acabado con el régimen de Franco entre vítores y aplausos de la población.

Es un eterno complejo este que tienen tantos españoles, algunos herederos de prominentes ciudadanos que en su día hicieron negocios en tiempos franquistas. El régimen de Franco se estableció, no solo por una imposición y victoria militar, sino también por la apatía de una ciudadanía que, simplemente, quería vivir con un mínimo de tranquilidad aunque fuera una vida en precario, con lo justo, eso era mejor que la inseguridad de una época de enfrentamientos donde las ideas políticas, en muchísimas ocasiones, habían sido solo un pretexto para saldar cuentas personales en una sociedad pobre, pobre de espíritu, pobre en lo cultural, pobre en el ánimo.

Ahora un juez acusa a los gobiernos democráticos de haber sido tibios. Gobiernos democráticos que permitieron que un día, en las Cortes, se volvieran a sentar La Pasionaria (aquella que le dijo a Calvo Sotelo algo así: “Este va ser el último día que hables”, y vaya que si lo fue) junto a otros “diputados” franquistas y del movimiento, los de grandes discursos nacionales y piadosos. Y a lo mejor tiene razón el juez, a lo mejor, lo más afortunado tras la muerte de Franco hubiera sido organizar unos tribunales a lo Nüremberg que, sin tener a mano Goebbels a los que juzgar, hubiera pedido cuentas a los hombres prominentes del momento sobre la limpieza franquista de los años posteriores a la Guerra Civil. Dejando a un lado, claro, las limpiezas que hicieron internamente ciertos grupos de izquierda y republicanos, dejando a un lado el anticlericalismo furibundo que quiso ver en la estampa decimonónica de curas y religiosas el peor de los males de nuestro país.

Me duele este país de eternas nostalgias y complejos varios, a estas alturas, a los nostálgicos de camisa azul y banderas en ristre, a los eclesiásticos que siguen exigiendo disculpas a los herederos de muchos de lo miles de fusilados por Franco, hay que sumar los nostálgicos de supuestas ideas progresistas.

Y mientras, el ciudadano medio, seguirá pagando impuestos para que los eminentes funcionarios hagan mal su trabajo, esperando hasta algunos años que se resuelva cualquier proceso judicial por nimio que sea o cruzando los dedos para que una amenaza en el entorno familiar no se convierta en una sentencia de muerte.

Y Machado resuena: Españolito que vienes al mundo, te guarde Dios, porque una de las dos Españas ha de helarte el corazón.”

4 comentarios:

Ana dijo...

No sé qué pesa más en mi corazón, si la desazón, la tristeza o el desconcierto.

En cualquier caso, el cóctel es venenoso, ciertamente.

Mi más profundo y reverencial respeto a sus ancestros, querido amigo.
Si todos hiciéramos gala de esa coherencia y esa bonhomía, nos habríamos ahorrado más de tres disgustos a lo largo de la vida, y por lo tanto de la Historia.

Gracias :)
Un beso.

Cósimo dijo...

Gracias por venir Tormento.

La verdad es que tengo la suerte de haber tenido ancestros bastante honorables, y eso que le confieso que el carácter de mi abuelo V. era bastante complicado, muy recto y no muy afectuoso, pero en ningún caso injusto en temas capitales. Fíjese que él y mi abuela se dieron cuenta del desastre que se estaba viviendo cuando, de pura casualidad, hicieron un viaje a Murcia y presenciaron cómo arrastraban el cadaver de un párroco por las calles, lo acababan de fusilar junto a otros seres "peligrosos", pero con el cura se ensañaron, lo arrastraron hasta su parroquia y lo colgaron de uno de los balcones. Mis abuelos no entendieron nada, y eso que mi abuelo había fundado Izquierda Republicana en su villa natal... por eso me repatea especialmente que se quieran atribuir ideologías políticas serias a lo que fue una locura sin medida.

Aquí estaremos para tragar lo que el señor Garzón se empeñe que nos traguemos. Yo solo espero que una gran mayoría de gente corriente sepa dejar de leer periódicos a tiempo y apagar teles y radios cuando peor se pongan...

Un abrazo.

fritus dijo...

Querido Cósimo. He leído con detenimiento su post, y aunque coincido en muchas cosas con Ud, disiento en otras, desde el respeto y le diría que hasta desde el cariño.

El motivo último de las iniciativas sobre la recuperación de la memoria histórica no es el rencor, ni el revanchismo, ni la rabia por el hecho de que Franco muriese en su cama en vez de en una celda como la de Spandau...sino simplemente un imperativo de justicia material y de igualdad entre todos los españoles.
En el país que nací yo,que es el mismo en el nació Ud, había y hay, un montón de placas y de lápidas recordando a mucha gente que murieron tras el alzamiento a manos de personas leales al legítimo gobierno de la República. Después de la victoria fascista fueron contados, fueron recordados, sus defunciones fueron registradas administrativamente , fueron y han sido muchas veces homenajeados (y los que vestían un hábito han sido incluso canonizados y hoy son santos, como lo es también el inquisidor mataconversos Raimón de Penyafort, patrón de los abogados, o el fundador de esa secta peligrosa y abductiva de cerebros conocida como Opus Dei, Monseñor Escrivá de Balaguer...que no todos los santos son Francesco d' Asis, el del hábito de saco.)

Bueno, que me voy del tema...Con la iniciativa de Garzón de lo único que se trata es de dar una aplicación real al espíritu de la ley...en primer lugar, está la reciente legislación sobre memoria histórica aprobada por el parlamento Español, que ha de tener una aplicación práctica y no puede quedarse en simple papel mojado, sería una burla al propio sistema.

Y en segundo lugar, en el Código penal existe , desde siempre, tanto en el anterior a 1995 como en el nuevo, un delito, que siempre se ha conocido y calificado de "Inhumación ilegal", es decir, una persona no puede enterrar a otra , por ejemplo, en el jardín de su casa ,o en medio de un bosque.... sino que ha de hacerlo en un sitio habilitado al efecto (cementerio) y tras unas formalidades legales, como la comunicación de la defunción, etc....es decir, que independientemente de la crueldad guerrera del asunto o de la filiación política de verdugos y víctmas, del dolor de las familias, etc....además de eso, por si fuera poco, hay una situación administrativa "in albis"de miles de ciudadanos españoles que se debe regularizar.Pasen los años que pasen...puesto que hay muchos hijos vivos que no saben donde descansan los huesos de susu padres...Así que, aunque solo sea por eso ....las normas están para ser cumplidas, y al que le pique, que se rasque...en los límites de la democrática libertad de expresión.
Un abrazo.

Cósimo dijo...

Bueno Fritus, me parece que la disensión es inevitable, porque en un tema como este sería raro que no lo fuera.

Yo no me opongo, en absoluto, a que se siga investigando un tema opaco para tantas familias, incluso para tantos historiadores. Hasta yo intenté un día buscar al familiar de un viejo amigo, enrolado con el ejército del sureste que se desangró en Teruel; me advirtieron que era como buscar una aguja en un pajar, muchos quedaron en el frente republicano y ni se contabilizaron ni se comunicó nada a sus familias, son desaparecidos para siempre, prácticamente.

Tampoco creo que todos los interesados en el tema tengan más aspiraciones que averiguar una incógnita muy personal.

Pero sí me opongo, radical y frontalmente, a todos los oportunistas, políticos, periodistas, magistrados o simples ciudadanos que no saben interpretar la historia ni juzgarla con objetividad.

Hubo una transición, hubo una amnistía, consensuada, con mayores o menores defectos pero consensuada al fin y al cabo. Los nuevos gobiernos democráticos homenajearon a su manera a muchas víctimas del franquismo, se hicieron leyes de compensación económica que aún hoy pueden seguir cobrando hijos de fusilados de cuerpos de seguridad del estado o encarcelados y condenados injustamente por el régimen. Se han escrito toneladas de papel sobre el conflicto, entre libros de historia, memorias, tesis doctorales, ensayos, etc. ¿Quién puede hoy día defender lo indefendible?, solo los nostálgicos y adláteres políticos que, en la distancia, siguen echando de menos un tiempo en el que la libertad de asociación estaba prohibida.

No conozco la Ley de Memoria Histórica, no sé cual es su espíritu, supongo que pretendería incluir también a los desaparecidos en la lucha interna de los políticos de izquierda, pero en ese caso, no entiendo por qué el juez Garzón desestima el tema de Paracuellos, y hay varios paracuellos. Si la Ley quiere arreglar una situación administrativa irregular que, curiosamente, es la que suele darse durante las guerras, le deseo lo mejor a su señoría, porque va a tener que abrir en canal el territorio español, no se trata tan solo de media docena de cunetas y cementerios que incluyan a algún poeta conocido. Y luego está el hecho de que, finalmente, no todos serán rehabilitados, porque no todos los familiares reclaman nada y no todos siguen vivos, por no hablar de los complejos análisis forenses que habrá que hacer para, quizá, no llegar tras años de investigación, a respuestas concretas.

Lo siento, pero a mí no me convence ni la Ley ni mucho menos las intenciones de su señoría, que gastará cantidades considerables de dinero público para que todo quede en una especie de fuego de artificio que, encima, sirva en algunos casos para recordar lo que se debería, no digo olvidar, pero sí atemperar en la memoria.

La Iglesia ha hecho a sus santos, es lo suyo, no les podemos pedir más y es algo que lleva haciendo dos mil años con mayor o menor eficiencia; pero no nos engañemos, curas, monjas y religiosos son ciudadanos como usted y como yo, un alo de santidad no tendría porque bastar para reparar torturas y asesinatos. Pero ya sabemos que ellos son así, no necesitan más y, además, tuvieron cuarenta años para, en algunos casos, tomarse también la revancha.

Que se abran fosas, sí, con campos de trabajo para antropólogos, toda vez que una investigación seria dé con los lugares. Que se identifique y localice a más desaparecidos, sí, procurando amparar a todos los historiadores locales que, en ocasiones, ven imposible su trabajo por injerencias de gobiernos locales, y esto me consta. Que se haga una lista única de víctimas, que se sigan aportando los datos de todas las víctimas, de todas las vidas rotas a causa de un conflicto criminal y maldito donde los haya. Pero que todo esto se haga sin trompetería, sin oportunismo, sin demagogia barata, porque todo esto sumado es lo que diferencia a la justicia de la venganza de corte mafioso.

Un abrazo Fritus.