miércoles, 2 de enero de 2008

Porque, al final, siempre vamos en La Nave de los locos III

La condesa, con claros síntomas de síndrome de abstinencia, siente que se muere, y el doctor le concede una dosis de sedante. Mientras la condesa descansa hablan, el doctor le pregunta por qué la han detenido y la condesa le cuenta su historia: estaba casada con el hombre que controlaba la vida de cinco mil de personas, un día se dio cuenta de cómo vivían los trabajadores, entró en la casa de una mujer que le pidió disculpas por su casa y su aspecto, por ser un trozo de basura... la condesa los ayudó en su revuelta, escondiendo en una capilla a uso cuantos revolucionarios.

Hábleme de usted, pregunta la condesa al doctor: Soy de una familia de Hamburgo, me hice doctor, quise ser un hombre y obtuve esto (una cicatriz), una estupidez. Esta casado? Si... tengo dos hijos, Es feliz? Quien es feliz?. La condesa estuvo casada tres veces, le hubiera gustado encontrar a alguien como el doctor...

Dos extraños en un barco, no nos volveremos a ver, y podemos hablar, como amigos o incluso como amantes... Tiene algún sentimiento hacia mi?, pregunta la condesa, No, claro que no, Claro, hubiera sido el amor romántico de mi vida de juventud, pero claro, nadie puede amarme ahora inocentemente.

(Tras un incidente en el barco el doctor trata de salvar la vida de uno de los trabajadores españoles, pero no lo consigue)

El doctor en su camarote recibe a la condesa, no la ha visitado porque se sentía algo cansado. La condesa le recomienda que se ponga el pijama, se quedará con él y le leerá hasta que se duerma. Entre los libros de la estantería la condesa encuentra un manual sobre enfermedades del corazón.

El doctor cuenta que el trabajador español murió, que a pesar de los años de experiencia no se acostumbra a admitir la muerte repentina.
La condesa “lee” pasajes del Amante de Lady Chaterly, (pero el libro es una revista médica). Schuman aprecia el sentido del humor de la condesa y se sorprende, A veces eres cortante y otras veces cariñosa como un niño, Solo soy una mujer, responde la condesa. El doctor le recuerda Quedan tres jornadas para llegar a destino, te meterán en la cárcel?, la condesa bromea con la situación, ella merece algo más que un calabozo y una condena a pan y agua, ese no es su estilo. Ahora leeré exactamente lo que dice este libro, si con esto no te duermes ninguna otra cosa lo conseguirá: “El higado es una glándula...”


4 comentarios:

Dardo dijo...

A ver si reponen esa película. Porque indudablemente la has puesto en valor.

Cósimo dijo...

Ojalá... pero sólo me queda un clip por poner y luego explicaré la razón de poner este retazo de historia.

M dijo...

Debo de andar baja en afectos...me resultan increiblemente tiernos los diálogos.

B x C

Cósimo dijo...

Son los diálogos ideales entre dos amantes...