martes, 1 de abril de 2008

Lugares, paisajes, gentes, historias.

Mis correrías de árbol en árbol me llevan a veces a lugares pintorescos y extraños. Me detengo y hablo con los dueños del lugar que, al fin y al cabo, me dejan amablemente que cruce sus tierras.

En tiempos, hablamos del primer cuarto del pasado siglo XX, esta fue la primera casa de color amarillo de toda la diputación. Llamaba la atención su torre central y el color amarillo vistoso de su estucado. Tanto llamó la atención que, desde entonces, varios propietarios han ido copiando las trazas de su arquitectura y el color de su fachada, por eso ahora son ya varias las casas amarillas en el lugar.

En tiempos también, la entrada principal estaba a unos cien metros de lo que ahora es un campo sin más vida que la de las malas hierbas, donde las palmeras que flanqueaban el paso elevado de mampostería, sólo flanquean un camino medio hundido e imposible de transitar.





Hace años que ya no hay jardín, las escaleras de acceso al mismo están medio derrumbadas, algo peligroso para los dueños, ya jubilados y con las dificultades físicas propias de la edad. La dueña rememora sus andanzas juveniles por lo que antes era un jardín entre un paisaje de pinos, donceles y carrascos, palmeras y otros árboles ornamentales.

Ahora solo queda ahorrar para que la casa no desaparezca entre grietas y humedades. Se ahorra un poco, me cuentan, y vamos arreglando cubiertas, fachadas y demás. El último presupuesto se nos acabó antes de lo previsto, así que sigo teniendo la cocina un poco mal, con alguna gotera...

Las familias de los actuales dueños eran una de las seis o siete familias más influyentes de la comarca y la región, particularmente la del marido. Tal era la influencia de estas familias que pronto emparentaban entre ellas, llevando a cabo uno de los actos más primarios de las especies y tribus: la endogamia. Temerosa la tribu de perder su influencia y bienes tiende a emparentar entre ella, hasta tales niveles que se casan primos, se casan hasta tíos y sobrinos...



El paisaje es serrano, no en vano se trata casi de las estribaciones de una sierra del sureste que aún conserva entre sus montes interesantes pozo de nieve. El aire al menos es algo más limpio que en el área urbana, pero hoy día, vivir alejados de un puesto médico, de un supermercado, de una farmacia e incluso de unos vecinos hace la vida un poco más complicada.

10 comentarios:

Charles de Batz dijo...

Tiene algo de crepuscular en cuanto a que trae al recuerdo todos aquellos grandes y hermosos edificios de antaño que, como las familias que los poseyeron, ha pasado al capítulo de la decadencia y el abandono. Sinceramente, pienso que es una pena lo que ocurre con ellos, pues perdemos algo que ha pasado a formar parte de nuestro patrimonio cultural, y gana la especulación inmobiliaria que, merced a la presunta desidia de las instituciones, termina por tener carta blanca para derribar y edificar.

Tiene algo de gótico, en el sentido literario tradicional de la palabra, ya que el fruto de sucesivas endogamias ha terminado por producir monstruos, algunos reconocidos y otros disimulados, que han poblado hermosas e inquietantes páginas de la literatura universal.

Es lo que me ha venido a la cabeza leyéndote, amigo Barón.

Salud

Ana dijo...

En mi pueblo pasan cosas semejantes.
Y la pena es que no hay quien le eche la mano encima para arreglarlo, restaurarlo y devolverlo a la vida, porque es, aunque vetusto, muy caro.

A ver si nos toca la lotería, porque trabajando honradamente, no podemos hacer mucho más que lamentarnos, me temo.

Un beso.

Cósimo dijo...
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Cósimo dijo...

Charles y Árbol, vuestros comentarios se adelantan, de alguna manera, al próximo capítulo de este post... me apetece poner las fotos que he captado en estos últimos meses, aunque por razones de confidencialidad y mera seguridad no puedo dar ni nombres ni direcciones claro... tampoco utilizaré los nombres de estas casas... y es una pena porque son bonitos... pero daré pistas... ya las he dado en este caso...

Hasta pronto a los dos

Anónimo dijo...

Señor Barón, ¿de qué lugar nos habla usted? Es para que yo me sitúe...

Cósimo dijo...

Hola Mega, sitúese en el sureste penínsular, en un paisaje de tierra arcillosa en la que caben pinos, cipreses, chumberas y palmeras... no puedo especificar más, lo siento.

Anónimo dijo...

mucho misterio tiene nuestro Sr. Barón...
A ver si va a ser de...
"Damanuta"
un saludo

Anónimo dijo...
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Freia dijo...

Querido barón:
Su entrada hoy me ha traído recuerdos de cuando de pequeña viajábamos en tren por la provincia de Alicante a ver a algún familiar o esos otros, mucho más tardíos, de la provincia de Castellón, entre la capital y la playa, pequeños restos que han resistido a la especulación brutal del suelo: esas casas amarillas, rodeadas de huerto, con palmeras y jardín. Todavía alguna resiste como en tu historia.
Aires de nostalgia, pero también de desazón por lo que fue y ya no es, como dice Charles, por la vejez de las personas y los edificios y los entornos y por la pérdida de salud de aquéllas y de éstos. Puede llegar a ser muy duro no tener un médico o una farmacia cerca porque las grietas y las humedades están siempre al final del camino.
Una sensación agridulce la de su entrada sr. Barón. Hermosa por la arquitectura y la belleza de los protagonistas y triste por la decadencia y el deterioro que están ahí, al acecho y que no siempre pueden corregirse con dinero contante y sonante.

Cósimo dijo...

No, no soy de Dalmanuta... jajaja... me gusta el misterio...pero me temo que se ha desvelado hace 2 post.

Tengo más arquitecturas de estas condesa, pero ahora no sé si ponerlas... son historias tristes finalmente... ya no me convence la idea de hablar de ellas.