jueves, 6 de diciembre de 2007

¿Descendemos del primate?


Es la primera vez que me inmiscuyo en las nuevas tecnologías de una manera tan personal. Me parece asombroso esto de la aldea global, estas ventanitas llenas de color, movimiento y hasta música. En ocasiones encuentro de mal gusto ciertas cosas, ciertas tristes exhibiciones de la mediocre condición humana, pero he de reconocer que existen personas llenas de conocimientos, y hasta sabiduría, que no hacen más que compartir gratuitamente el fruto de sus inquietudes o desvelos.

Yo puedo compartir un poco de mis viajes, de mis lecturas, de mis amistades (que son siempre fruto de conocimiento) y de mi vida de reflexión en las alejadas copas de los árboles que tienen la atención de darme amparo y cobijo.

A pesar de lo que pueda parecer, de mi condición de barón rampante, mi exilio no es perpetuo, de vez en cuando bajo a tierra firme para solazarme con las cosas que siguen siendo bellas ahí abajo. Y, también lo confieso, hay quien me espera, quien, aunque sea de tiempo en tiempo, necesita compartir conmigo algo íntimo y preciado.

De todas las noticias y anécdotas que han llegado a mis oídos y a mis ojos, la que más me ha impresionado ha sido la de ese joven chimpancé que ha demostrado tener una habilidad que cualquier ser humano atribuiría a personas con dones o aptitudes casi sobrenaturales. El joven simio recuerda, tras un golpe de vista, secuencias numéricas dispuestas al azar en una pantalla, y todo por una golosina que un dispensador que hay junto a la pantalla le ofrece si acierta.

Cuando supe de este nuevo descubrimiento científico me invadió una extraña sensación, mezcla de desanimo, decepción y asombro. Supongo que mi orgullo de homo sapiens se sintió lacerado (utilizo este verbo, lacerar, en honor a un Magistrado de la Audiencia Nacional). Millones de años de evolución, civilizaciones perdidas, un universo conocido y otros cuyo conocimiento esta previsto, y un monito sabe hacer algo tan extraordinario... Freud tenía razón cuando dijo que, de haber vida inteligente extraterrestre, no creía que llegaran a visitarnos.

2 comentarios:

M dijo...

Señor Barón...le ruego no lacere mi autoestima: no desciendo de primate alguno¡¡

Sólo faltaba¡¡

Un saludo,
Hilda

Cósimo dijo...

Nada más lejos de mi intención el lacerar a una viuda...